LA AGONÍA DE UNA ABEJA
Abeja escapada del panal
te hallé en mi sendero
tambaleante y trémula,
estabas lejos del huerto
y me ha dolido tu andar.
Ibas con rumbo incierto
y no podías ya volar.
Tu caminar era lento
alejada de tu vergel.
Extrañabas de las flores el néctar,
la lavanda, los girasoles,
las dalias abiertas.
Se veía que estabas en apuros,
abejita pequeña.
Sufriendo en la sombra
sin tus compañeras.
Era ya de noche
bajo el farol de mi vera
y cogiendo una hoja
de una alta enredadera
te llevé muy despacio
hacia una frondosa menta
con intención de salvarte
entre sus flores bellas,
pero ya al amanecer
estabas yerta.
INGRID ZETTERBERG
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