miércoles, 20 de marzo de 2024

Dame


DAME

Dame palabras de brisa
que mitiguen soledades.
Dame pétalos lilas
que tiñan con sus bondades
mi andar sin tanta prisa.

Blancos silencios
con la nieve del tiempo,
un pasar de años
apacibles y lentos.

Dame voces amables
que atisben mis umbrales;
que toquen a mi puerta
un caudal de emociones;
que me brinden su amistad
mariposas y gorriones...

Que mi sombra habite mi huerto,
y pueda cosechar
la labor de mis manos.
Dame un gesto tierno
en los ojos de mis nietos.

Que visiten mis pasos
aunque ya se hagan viejos;
que me inviten un dulce
de sus tesoros eternos.

Dame una fuente que ría
entre negras piedras sombrías;
y el sonido leve del agua
golpee suavemente mis mañanas.

Que alguien en la faz del mundo
se impregne con mi esencia
y vaya saboreando mis prosas,
mis versos y vivencias.

Dame largura de décadas
y cumplidas promesas.
Y no olvides que fui el ave mansa
que agonizó en la espera.

Que fui tórtola cobijada
bajo el alero de tu templo,
donde la blanca escarcha
me cubría de silencios.
Dame por fin tu abrazo
que ablande mis decepciones
cuando atraviese la luz
y me arrope en tu regazo.

INGRID ZETTERBERG

(Estas peticiones se las hice
al Señor hace muchos años, pero
he preferido publicar este poema
en este blog, en vez de hacerlo 
en el blog espiritual.)

Derechos reservados 

viernes, 1 de marzo de 2024

Entre los pliegues de su túnica

 


ENTRE LOS PLIEGUES DE SU TÚNICA

En mi hogar hay paz.
Aves cantarinas que pasan en bandadas
festejando la luz vespertina.
No abunda el dinero,
es más, escasea,
pero no falta el alimento;
campanitas de alegría
del bambú que recrea.

El viento traspasa la ventana
refrescándonos de este verano que castiga.

Aún perdura la luz;
la mano de Dios se posa en mi tejado,
mi casa está guarecida
entre los pliegues de su túnica.
Él no nos olvida.

Las voces amansadas por el viento, nos visitan.
Es hora de la siesta
y los párpados se cierran.
¡Qué paz!
se apagaron los ruidos de la avenida,
se calló el megáfono del que vende
uvas y granadillas.

El afilador de cuchillos que imita
el silbido del tiempo
se ha silenciado un momento.

Los árboles se agitan en la tarde mansa,
y la paz de mi hogar
se vive en el silencio.

INGRID ZETTERBERG

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La felicidad se fue

  LA FELICIDAD SE FUE Me he asomado a un sol de melancolía, en esta ventana vespertina que ha mirado mis lágrimas. La felicidad se ha ido de...