domingo, 16 de julio de 2023

Las botas del hombre que amé

 


LAS BOTAS DEL HOMBRE QUE AMÉ

Tus bototos, como tú les llamabas
los que usaste por años
para traernos el pan,
allí están en un rincón
cubiertos por el polvo de tu olvido.

Yo me parezco a esas botas tuyas
que guardan una historia
de lucha, de trabajo y esperas.

Llevan las cicatrices de mi alma,
llevan el dolor de aquellos días,
de tu tesón bajo el sol;
de tu juventud gastada
entre máquinas y soldaduras.

Llevan tus pasos diligentes
que se perdieron por los caminos
de la selva.
Llevan el barro de las lluvias crueles
junto al Orinoco.

Tus amados bototos,
testigos fieles de las huellas
que fuiste dejando en el mar del tiempo.

Te sostuvieron
cuando junto a otros obreros
construiste aquel gran coliseo.

Valiente siempre fuiste
enfundado en tus botas
con punta de acero,
que te llevaron a trabajar
en las calderas de los barcos.

¡Ah! tus bototos compañeros,
que ahora yacen solos
en el fondo de un armario.

Llegó la vejez con sus ruinas
y nunca más esos bototos
te vi calzando.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a una botas
de trabajo que usaba mi esposo
en otro tiempo.

De mi poemario
"A la sombra del ñandubay"

Derechos reservados



domingo, 9 de julio de 2023

Cosas del mar

 


COSAS DEL MAR

Aguas eternas
que juegan a su antojo con mi alma.
¡Qué dulce diálogo entre olas!
junto a la canción
de gaviotas que lloran.

A lo lejos las nubes
pintadas con el silencio de Dios,
blancas como el humo errabundo;
en la distancia sobre un lienzo,
se amontonan cálidas,
¡en ellas hay tanta pureza!

Este oleaje cristalino
¡cómo golpea sobre la serenidad de las rocas!
cual un bramido se agiganta
en la soledad.

De pronto el naranja y dorado
del ocaso,
llena ese lienzo sin final.
Y el mar se oscurece en su tristeza
y se torna manso, lento, apacible,
como una senda en el viento.

INGRID ZETTERBERG

De mi poemario
"A la sombra del ñandubay"

Derechos reservados

La felicidad se fue

  LA FELICIDAD SE FUE Me he asomado a un sol de melancolía, en esta ventana vespertina que ha mirado mis lágrimas. La felicidad se ha ido de...