TORRENTE DE VIDA
Maravillosa cascada
reverente,
que desciendes
con la fuerza del Altísimo,
dejas admirada
mi desnuda alma.
Yo te contemplo
y veo la pequeñez del hombre
ante tanta majestad.
Corres cual un río ancho
y traes presentimientos
de un mañana
entre tus aguas.
El verdor va creciendo
en tus laderas
y te asemejas a un monumento
descendido del cielo.
Gracias por existir,
torrente de vida,
por dejar que mi ser se llene de ti.
INGRID ZETTERBERG
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