MANSEDUMBRE
Oh, mansedumbre,
hálito de ángeles
que aspira mi alma,
que ilusa pretende alcanzar
en las vaguedades del tiempo.
Ave que consume sus alas
en interminable vuelo
es la mansedumbre
elevada hacia el Eterno.
Virtud y sueño.
Mansedumbre
que te asemejas a las aguas
deslizadas
sobre piedras lozanas
del arroyo que agoniza.
Cántaro olvidado
por manos de niña
a la orilla de un pozo.
Mansedumbre con aroma a manzanas,
a huerto de delicias.
INGRID ZETTERBERG
De mi Libro
"Por los bosques del silencio"
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