¡AY, ESOS NIÑOS!
Deambulan los niños
por las calles en noche buena.
Los carentes de pan y abrigo.
Los de las voces humildes, quebradas.
Ya la inocencia
es un pájaro herido.
Niños que conocen el hambre amargo,
que saborean lágrimas vivas,
insomnes en la sombra dura y fría.
Ellos son los que esperaron en vano
un oso de felpa,
o tal vez un payasito de cuerda
en navidades vacías.
Ellos son mansas aves
cuyas alas rozaron espacios adversos.
Huérfanos en el olvido
desde que nacieron,
que no conocieron de una madre
el beso de amor dulce y sereno.
Ay, esos niños se me han clavado en el pecho,
y cual tristes mariposas pardas
revolotean en mi recuerdo.
Con ansiosas miradas
contemplan los fastuosos árboles navideños
en las altas ventanas.
Para luego hurgar en basurales
buscando un juguete viejo.
El frío se mece entre sus dedos
porque ya se hizo tarde...
Ya va amaneciendo.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a los niños pobres
del mundo.
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