AQUELLA MANO
Hoy leí
unas cartas
de una mano
ágil,
que palpó
el amor,
que vivió
el amor.
Recorrí
su tiempo
de ilusión.
Esa mano
escribiente,
hoy hace mucho
que murió.
Reposa
bajo la tierra,
inerte.
¿Y qué más da
que ya no sienta,
si de todo
se sació?
No fue vana
su existencia.
Para esa no son
mis versos,
sino
para aquella
mano,
vacía
de besos,
que estruja
en vano
esperanzas
lastimeras;
la que nunca
recibió
un girasol,
una quimera,
pues todo
se lo negaron.
Una misiva,
una caricia
que nunca
llegó,
porque
le fue negado
el amor.
INGRID ZETTERBERG
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Serán bienvenidos sus comentarios.