domingo, 9 de enero de 2022

Aquella mano


 
AQUELLA MANO


Hoy leí
unas cartas

de una mano
ágil,

que palpó
el amor,

que vivió
el amor.

Recorrí
su tiempo
de ilusión.

Esa mano
escribiente,

hoy hace mucho
que murió.

Reposa
bajo la tierra,
inerte.

¿Y qué más da
que ya no sienta,

si de todo
se sació?

No fue vana
su existencia.

Para esa no son
mis versos,

sino
para aquella
mano,

vacía
de besos,

que estruja
en vano

esperanzas
lastimeras;

la que nunca
recibió

un girasol,
una quimera,

pues todo
se lo negaron.

Una misiva,
una caricia

que nunca
llegó,

porque
le fue negado

el amor.


INGRID ZETTERBERG

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