LA CUMBRE DEL GOZO
Cobijada en vuestros latidos
dejo las huellas de mis lágrimas
protector de mi alma,
porque adoraros es mi instinto.
Dos palomos blancos
se entregan amores
entre las ramas y sus brotes
y yo me duermo en vuestros brazos.
Mecedme hasta el amanecer,
que vuestra respiración me arrulle
y me hagáis conocer la cumbre
del gozo, y no os abandonaré.
INGRID ZETTERBERG
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