¡AY HOMBRE!
Hombre solitario,
eres la esperanza latente
bajo un rojo paraguas,
mientras la calle oscurece
junto a tus ojos nublados,
dime, ¿Porqué
la sigues esperando?
Si ella te amara
escondería sus manos
en tu abrigo
color avellana,
y estaría bajo esa lluvia afilada,
esperando junto a tu alma,
el anochecer.
Hombre solitario,
que ocultas tus lágrimas
en esa espera letárgica,
aferrado a la esperanza;
eres la soledad misma
en la fría ciudad
de cemento y luces de neón.
Lluvia dolorosa
que ensombreces el corazón...
¡Ay hombre!
ven,
guarécete en tu recámara;
sírvete un café tinto,
sé valiente
y enjuga tu llanto de varón.
Mañana será otro día,
quizás alumbre tu vereda el sol
y se vaya amansando
esta indómita decepción.
INGRID ZETTERBERG
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