LA MUÑECA DE PALO
Niña que pasaste por mi vida
con tu orfandad.
Abrazabas tu muñequita de palo
en tu tiznado callejón cubano.
Tus ojos inmensos y negros
como la sombra que se aferró
a tus cortos años
me miran desde un ayer lejano.
¡Cuánta humildad!
¡Cuánta inocencia!
meciendo tu muñeca de palo
entre tus rollizos brazos.
Dame un trocito de tu alma
en esta tristeza que se ahonda,
quisiera recordarte como antaño,
dulzura pintada en negro y blanco.
Un fotógrafo inmortalizó
el luto de tu mirada
y la belleza de tu halo
quedó para siempre en los diarios.
Ya eres ceniza en el tiempo,
pequeña eternizada en mis lágrimas.
Dolor en los campos del verano,
porque tus sueños terminaron.
INGRID ZETTERBERG
Derechos reservados